V i d a
Cerró su mano con fuerza. No quería dejarla escapar. En medio de la noche, con las estrellas mirando y sin poder casi ya contemplar el color cálido del frío otoño, respiró hondo para no perderse ni un segundo de oxígeno. Corría el aire, sonaba como cuando llueve entre las hojas y parece que alguien acecha. Pero no había nadie más que ella en aquel parque. Miró sus dedos y los dobló aún más sobre su palma. Firmemente, con la decisión de quien se juega lo más importante.