Y después de la miel…
El verano me recuerda a ese tarro de miel que, acabado el mes de agosto, se va derramando entre los dedos, sin querer, con una cadencia lenta y, para qué negarlo, algo penosa. Al caer, nos deja las manos impregnadas de su dulzor pegajoso y penetrante.
La miel recuerda a la infancia, a la alegría, a la familia, al amor, al pan de pueblo y a las flores.