Y después de la miel…

El verano me recuerda a ese tarro de miel que, acabado el mes de agosto, se va derramando entre los dedos, sin querer, con una cadencia lenta y, para qué negarlo, algo penosa. Al caer, nos deja las manos impregnadas de su dulzor pegajoso y penetrante.
La miel recuerda a la infancia, a la alegría, a la familia, al amor, al pan de pueblo y a las flores.

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Anochece (again)

Cada puesta de sol tiene su propia personalidad y hay tantas como días, y están dispuestas a darnos una lección de lucha, de humildad, de paciencia, de orden, de brillantez. Y de realismo trágico: la puesta de sol sabe que, como algunas flores, tienen las horas contadas. #sunset #Ávila

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Vademécum contra la soledad

La soledad es un virus que ataca directamente a las defensas, ese conjunto de situaciones que te hacen disfrutar de la vida, aun en los momentos amargos. Pero ese pequeño germen que es la soledad recuerda al agua en las zonas húmedas, que te cala hasta el tuétano sin apenas poder evitarlo. Y cuando esta situación alcanza el límite de correspondencia de niveles, evocando a Arquímedes, se desborda por los ojos y se mezcla con el humor salado que contiene.

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Un poquito de sol…

Esto de que los inviernos sean tan largos en Ávila es un poco aburrido. Si por lo menos lloviera y nevara en condiciones para evitar las sequías en verano… Pero ni eso.

Ya sé que la primavera no empieza hasta el 21 de marzo, pero estoy deseando ver un poco de luz, un poco de verde en las ramas de los árboles y, aunque luego me tenga que tragar mis palabras, algún que otro insecto…

En esta ocasión, se me está haciendo muy largo el frío. Tengo unas ganas locas de contemplar la floración de cerezos y almendros, de empezar a «amueblar» la terraza de plantas y flores -no tengo ninguna todavía- y de no tener que llevar bufanda. Bueno, eso me da igual.

Quiero un poquito de sol, que siempre reaviva el ánimo y arranca sonrisas. Quiero ir al campo!!!

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